
Hay ciertos espacios mentales que se convierten en rincones y allí almacenamos nuestras experiencias infantiles. En esta instalación y posterior acción hemos recuperado esas sensaciones que nunca deberíamos de haber abandonado.
Un espacio oscuro con una inquietante música nos acoge, siluetas de monstruos aparecen y nos acompañan, mientras leemos fragmentos o breves historias que nos rememoran mundos imaginarios e intensos.
Y al final regresamos a un espacio de fosforescente luz en el que compartimos entre todos una dinámica acción con elementos (globos, cintas, …) que inundan el espacio.



